En la infancia y la adolescencia nos podemos encontrar con diferentes dificultades que pueden ser mejoradas con un buen trabajo terapéutico, problemas escolares, de relaciones con iguales, e individuales.
Algunos de los más frecuentes pueden ser:
Depresión infanto-juvenil
Mediante tratamiento podemos enseñar, habilidades de afrontamiento, resolución de problemas, establecimiento de expectativas realistas y restructuración cognitiva de los pensamientos negativos como procedimientos para reducir los síntomas de la depresión.
Trastornos de ansiedad en la adolescencia
La terapia cognitivo-conductual es efectiva para los trastornos de ansiedad juveniles algunos de ellos son:
Para los miedos o Fobias realizaremos dentro de la terapia una primera fase educativa, reestructuración cognitiva, entrenamiento en habilidades sociales, exposición, entrenamiento en solución de problemas y prevención de recaídas, además de entrenamientos en relajación progresiva.
Ansiedad por separación y ansiedad generalizada en niños y adolescentes, que incluye habitualmente técnicas de exposición y reestructuración cognitiva y, en la mayoría de las intervenciones, también psicoeducación y técnicas de relajación o respiración.
Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad
Es un problema bastante común ya que se cree que entre 2 y 5% de los niños sufre de él. Con el tratamiento adecuado los niños/as pueden llevar una vida completamente normal.
Los síntomas más comunes son la falta de atención, dificultad de concentración, no concreción de las tareas, impulsividad, impaciencia, tendencia a los accidentes y cuando hay hiperactividad asociada se le añade inquietud, nerviosismo y actividad permanentes. Lo más normal es que el déficit de atención venga acompañado de hiperactividad.
Trastorno de oposición desafiante
Los síntomas más comunes son la desobediencia radical, ira, resentimiento, discusiones regulares con los adultos de su entorno, voluntad de molestar a los demás, baja autoestima, pataletas repetidas, impaciencia, sed de venganza, susceptibilidad, y síntomas similares.
Para considerar si un niño está afectado por este trastorno, este tipo de comportamiento debería de extenderse al menos a lo largo de 6 meses y debería afectar todas las áreas de su vida (personal, escolar, familiar etc.)